Un mal de la época la “inseguridad”, un mal que comenzó a ser más notorio con el neoliberalismo y que se agudizo con el consumismo. Un mal que no respeto clases sociales (aunque si bien se origino en una de ellas), ni géneros, ni idiosincrasias y casi no dejo exento país alguno (Solo se salvaron unos pocos privilegiados que no entraron en la debacle del neoliberalismo). Un mal que nos comenzó a castigar a partir del individualismo que predicaba solapadamente el sistema. El mismo sistema que por otro lado nos hacia creer en la globalización, pero que a la vez nos adentraba en la especialización extrema y en hacer que nos sintiéramos centro de nuestro universo.
Una “inseguridad” que se nos fue adentrando de a poco (casi sin darnos cuenta). En la medida que nos volvíamos más individualistas, mas crecía la sensación de inseguridad, de sentirnos indefensos ante la sociedad. De a poco esa sensación paso de ser precisamente eso, a ser una realidad. El camino que habían elegido para nosotros y que decidimos tomar mansamente inevitablemente nos conducía a esa meta.
Y a cual “inseguridad” me refiero? A TODAS, ABSOLUTAMENTE A TODAS. A estas alturas habrá alguien que todavía se pregunta ¿Cómo a todas? ¿Existe más de una?. Y a ese alguien le respondo claro que existe más de un tipo de inseguridad.
Esta la “inseguridad” con respecto a los bienes, pero paralamente esta la “inseguridad” con respecto a los derechos y la “inseguridad” con respecto a los hechos.
En la medida que nos volvimos individualistas, dejo de interesarnos lo que pasaba a nuestro alrededor, solo nos interesaba cumplir nuestros objetivos (o los que en muchos casos creíamos que eran nuestros, aunque realmente eran los que nos habían hecho creer eran nuestros), nos olvidamos del entorno, nos olvidamos de la sociedad, de la familia. Solamente interesaba nuestro bienestar, sin darnos cuenta que nuestro bienestar va ligado al bienestar de la sociedad.
De esta forma, los menos preparados, los menos afortunados, los más desposeídos fueron los que comenzaron a percibir en carne propia la “inseguridad”. Esa inseguridad que produce el no tener horizontes, el no tener derecho a la salud, el no tener derecho a la educación, el no tener derecho al trabajo, el no tener derecho a una vivienda, el no tener derecho a una vestimenta digna y lo que es peor aún el no tener derecho a una alimentación adecuada. HAY ALGUNA INSEGURIDAD PEOR QUE ESTA? No, por eso comienzo por ella. A estas alturas, mucha gente dirá que en nuestro país y en muchos otros, la educación es pública y gratuita, que existen hospitales públicos donde atender las dolencias, pero puede alguien que no tiene las monedas para un boleto acercarse al hospital público? Y peor aún puede alguien acudir a la escuela o a la universidad con el estomago vació? Puede alguien que trabaja o cirujea varias horas por día para llevar el sustento a su casa acudir a un centro de estudios, mal comido, cansado, mal dormido y durmiendo a la intemperie?
Y esta “inseguridad” con respecto a los derechos, condujo a la inseguridad en los bienes, a la inseguridad física. Alguien que no tiene horizontes, alguien que no tiene derechos, alguien que muchas veces no tiene para comer, en su desesperación no encuentra otro camino que apoderarse de lo que no le pertenece, o mejor dicho a apoderarse del derecho que no supimos brindarle como sociedad. Otros toman por el camino de querer evadirse de esa realidad y llegan las drogas y los mercaderes de ellas. Y ahí la hipocresía de quienes están mejor comienza a rasgarse las vestiduras por la inseguridad de los bienes, por la inseguridad física y por la drogadicción.
Y que pasa cuando llega alguien y quiere poner remedio a la “inseguridad” de los derechos? Ahí comienza la inseguridad en los hechos. Unos cuantos a los que no les conviene que el conjunto de la sociedad acceda a esos derechos, porque seguramente tendrán que resignar activos físicos, comienzan a manipular a la opinión pública mediante la prensa, repitiendo hasta el hartazgo los mismos hechos de inseguridad física para bombardearla con la sensación de inseguridad. Una inseguridad que no existe en los hechos pero que si queda grabada en nuestro inconsciente colectivo. Una inseguridad tendenciosa que esta únicamente dirigida a crear caos en el resto de la sociedad para desacreditar y desestabilizar a aquellos que están intentando poner remedio a la inseguridad primaria de los derechos.
A esta altura me pregunto yo: No sería mejor pagar los impuestos que nos corresponden para garantizar los derechos de muchos, que gastar fortunas en rejas altas y barrios cerrados para garantizar nuestra seguridad física? No será hora de que muchos aporten un ápice más de lo que tienen para que la desigualdad escandalosa en la que vivimos no sea tan acentuada, en harás de una mejor seguridad psíquica?
Como dijo Discepolo, que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos ya lo sé, que por más que las diferencias sociales se atenúen va a seguir habiendo ladrones, también lo sé. Pero creo que es hora de que vayamos poniendo en practica una palabra caída en desusó, y no solo la palabra sino lo que ella significa, y esa palabra es SOLIDARIDAD.
Solidaridad para con los que menos tienen, para con los que están pasando un momento difícil, para con nuestros vecinos, para con nuestra sociedad. Seamos solidarios, emprendamos una cruzada contra la inseguridad, pero no solamente poniéndonos en guardia ante cualquier probable hecho de inseguridad física, sino ante cualquier probable hecho de inseguridad de derecho o de hecho o de cohecho. La solidaridad no se demuestra ante una tragedia, la solidaridad se debe demostrar en cada acto de nuestras vidas.
Cambiemos Inseguridad por Solidaridad.
Antes de terminar le pido perdón a mi esposa por haberle robado algunos conceptos aquí vertidos, a algunos amigos por lo mismo y sobre todo le pido perdón a la sociedad por haberle escamoteado mi Solidaridad.
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