Hace un par de días un amigo chileno hacía una reflexión sobre nosotros: “No será que Uds. los argentinos endiosan demasiado a una persona, la llevan a la categoría de ídolo y en cuanto deja de cumplir en una mínima parte sus expectativas, le hacen rodar la cabeza? Y pasa de Dios a ser lo peor sobre este planeta.”. Este cuestionamiento lo hacía con respecto a nuestros gobernantes, pero luego aclaro que se refería en general a todos los ámbitos de nuestra vida.
A esto le respondí que en mí caso particular mis ídolos seguían siendo ídolos, que no tenía demasiados. Maradona y Guillermo Barros Schelotto en el fútbol, Ernesto Tito Bessone en el automovilismo y paremos de contar. En cuanto a Maradona su vida particular y sus problemas de adicción no interferían su condición de ídolo. En cuanto a Guillermo tampoco la interfería el hecho de haberse ido a jugar a Estados Unidos. Ambos me habían regalado muchísimas sonrisas con su frescura y habilidad jugando a nuestro deporte predilecto. En cuanto a Tito nada que objetar tampoco; todo un ejemplo saliendo tricampeón en distintas categorías a sus 50 años.
En cuanto a la política, le aclare que jamás tuve ídolos, solo personas a las que respeté y admiré, como Evita, como Néstor y como Cristina. Nunca pertenecí a partido político alguno, porque me parece que la política es algo muy serio como para ponerse una camiseta y ser fanático como si se tratase de un equipo de fútbol. Puedo estar de acuerdo con muchos postulados del Justicialismo pero detrás de esos postulados están personas. Y en este momento en particular, sí pongo todo mi apasionamiento en defender a este gobierno, porque si bien sé que hay muchas cosas para corregir, muchas cosas para criticar, bolsones de corrupción que erradicar, es desde que tengo uso de razón el único gobierno que defendió los intereses de nuestro país. Ni hablar de todos los logros y aciertos en materia económica, en justicia, en derechos humanos (los cuales puntualizo en post anteriores). Siendo así, entonces, como no me voy a apasionar en defenderlo?
Pero luego me quedé pensando en lo dicho por este amigo y llegue a la conclusión que tiene razón en lo que afirma, si me pongo a mirar el comportamiento de la gran mayoría de nosotros los argentinos. Primero hacemos ídolos a las personas, los endiosamos, y en el primer traspié, a la primera de cambio, cuando nos falla en algo que nosotros esperamos los denostamos, los llevamos al peor de los niveles y de buenas a primeras nos olvidamos de todo lo que nos regalo; de todo lo bueno que hizo.
Sino vean lo que sucede con los directores técnicos de fútbol, pueden salir campeones este año, entonces son Gardel. Pero sí al año siguiente el equipo no sale campeón (peor aún si ocupa un discreto lugar en la tabla) ya estamos pidiendo su cabeza; sin importarnos si el club tuvo que desprenderse de varios de sus jugadores estrellas. Sí antes era un maestro, ahora es un ignorante que sí llego a sacar campeón a nuestro equipo fué por mérito de los jugadores que ya no están y no por mérito propio.
Lo mismo pasa con los jugadores, podemos llevarlos al nivel de dioses, pero si bajan su rendimiento por el problema que sea, y ni hablemos que sea por problema de adicciones ya caen en desgracia y son esas personas desagradables que nos hacen quedar mal en el exterior.
A esto le respondí que en mí caso particular mis ídolos seguían siendo ídolos, que no tenía demasiados. Maradona y Guillermo Barros Schelotto en el fútbol, Ernesto Tito Bessone en el automovilismo y paremos de contar. En cuanto a Maradona su vida particular y sus problemas de adicción no interferían su condición de ídolo. En cuanto a Guillermo tampoco la interfería el hecho de haberse ido a jugar a Estados Unidos. Ambos me habían regalado muchísimas sonrisas con su frescura y habilidad jugando a nuestro deporte predilecto. En cuanto a Tito nada que objetar tampoco; todo un ejemplo saliendo tricampeón en distintas categorías a sus 50 años.
En cuanto a la política, le aclare que jamás tuve ídolos, solo personas a las que respeté y admiré, como Evita, como Néstor y como Cristina. Nunca pertenecí a partido político alguno, porque me parece que la política es algo muy serio como para ponerse una camiseta y ser fanático como si se tratase de un equipo de fútbol. Puedo estar de acuerdo con muchos postulados del Justicialismo pero detrás de esos postulados están personas. Y en este momento en particular, sí pongo todo mi apasionamiento en defender a este gobierno, porque si bien sé que hay muchas cosas para corregir, muchas cosas para criticar, bolsones de corrupción que erradicar, es desde que tengo uso de razón el único gobierno que defendió los intereses de nuestro país. Ni hablar de todos los logros y aciertos en materia económica, en justicia, en derechos humanos (los cuales puntualizo en post anteriores). Siendo así, entonces, como no me voy a apasionar en defenderlo?
Pero luego me quedé pensando en lo dicho por este amigo y llegue a la conclusión que tiene razón en lo que afirma, si me pongo a mirar el comportamiento de la gran mayoría de nosotros los argentinos. Primero hacemos ídolos a las personas, los endiosamos, y en el primer traspié, a la primera de cambio, cuando nos falla en algo que nosotros esperamos los denostamos, los llevamos al peor de los niveles y de buenas a primeras nos olvidamos de todo lo que nos regalo; de todo lo bueno que hizo.
Sino vean lo que sucede con los directores técnicos de fútbol, pueden salir campeones este año, entonces son Gardel. Pero sí al año siguiente el equipo no sale campeón (peor aún si ocupa un discreto lugar en la tabla) ya estamos pidiendo su cabeza; sin importarnos si el club tuvo que desprenderse de varios de sus jugadores estrellas. Sí antes era un maestro, ahora es un ignorante que sí llego a sacar campeón a nuestro equipo fué por mérito de los jugadores que ya no están y no por mérito propio.
Lo mismo pasa con los jugadores, podemos llevarlos al nivel de dioses, pero si bajan su rendimiento por el problema que sea, y ni hablemos que sea por problema de adicciones ya caen en desgracia y son esas personas desagradables que nos hacen quedar mal en el exterior.
Así pasa en todos los ordenes, no tenemos memoria.
Creamos dioses y les exigimos que sean infalibles, nos olvidamos que son personas.
No nos importa cuantos aciertos hayan tenido y todo lo que nos hayan brindado, basta que no cumplan con una de nuestras expectativas, los desahuciamos.
Preferimos alguien que ha sido mediocre toda la vida, o peor aún, alguien que nos ha cagado toda la vida; a alguien que ha sido excelente y que un día se equivoco.
Nos apasionamos con una causa, pero ante el primer obstáculo la abandonamos.
Demandamos que nuestros gobernantes pongan todo el énfasis en construir un país pujante, con inclusión social y redistribución de la riqueza, siempre y cuando esa inclusión nos abarque a nosotros y no nos toquen el bolsillo para efectuar la redistribución que reclamamos.
Pedimos de los demás, todo aquello que no somos capaces de hacer.
Vito, así somos los argentinos.
No obstante eso: Viva Maradona!!, Viva el Guille!!, Viva Tito!! Vivan los K!! y Viva Boca Carajo!!!!
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