A veces para hacer un juicio de valor hay que dejar
transcurrir un cierto tiempo. No solo para poder apreciar la tarea de quien
pretendemos analizar, sino para despojarnos de ciertos preconceptos que podemos
habernos creado.
Precisamente eso quise hacer con la figura de Francisco I.
Con dicha figura cargaba con el preconcepto de que se lo hubiese mencionado
como alguien que había mirado hacia otro lado en épocas de la dictadura, o que
específicamente no se haya preocupado por sacerdotes de su diócesis para
salvarlos de las garras salvajes de ésta. También llevaba como preconcepto su
enfrentamiento con Néstor acerca del tema del matrimonio civil igualitario.
Estos temas que hacían a mi preconcepto, merecen que de alguna forma los aborde desde
una óptica lo más libre de subjetivismo que pueda hacer.
Con respecto al
matrimonio civil igualitario, no hay mucho que decir, es lógico que un
representante de la iglesia católica esté en contra de esta institución que si
bien es un derecho inalienable que se debía la ciudadanía está reñido contra los preceptos originales
del catolicismo.
Con respecto a su
accionar durante la dictadura deberíamos de tener en cuenta el sentido innato
de las personas de su instinto de supervivencia. Y en mayor o menor medida ser
sinceros y aceptar que todos los que sobrevivimos a ese período fuimos de
alguna manera cómplices del mismo ya sea mediante algunos silencios, mediante
algunas omisiones. No creo que ninguno de nosotros (los sobrevivientes) hayamos
hecho oír de manera constante nuestros cuestionamientos ni los reclamos que
deberíamos haber hecho oportunamente. Tuvimos que esperar a ir
recomponiéndonos, reagrupándonos y dejar que los errores de aquellos que se
creían intocables se fuesen sucediendo para comenzar a hacer oír nuestras
voces. Y era lógico, no podíamos hacer otra cosa. Era un suicidio intentar otra
cosa en esos momentos, solo quedaba esperar y medianamente en los ámbitos en
los que se pudiese tocar soslayadamente el tema.
No conozco que Francisco hubiese alabado el sistema, solo
calló y omitió. Me hubiese gustado saber cuántos de los que criticaron ese
accionar cuando salió elegido papa, no hicieron lo mismo en ese entonces.
Lo real, hoy después de transcurrido un tiempo en el
ejercicio de su papado es que el discurso y algunos de los hechos del Vaticano
cambiaron. Cambiaron para bien, para acercar un poco la doctrina de la iglesia
al cristianismo de los orígenes. A esa religión (como decía Engels) de los esclavos y los libertos, de los pobres
despojados de todos sus derechos, de los pueblos subyugados o dispersados por
Roma.
Hay conceptos vertidos por Francisco que son muy osados para
ser expresado por el jefe mundial de la iglesia, desde ya el haber puesto al
hombre como centro de todo sistema económico, cuando dijo: "Vivimos las consecuencias
de una decisión mundial, de un sistema económico que lleva a esta tragedia. Un
sistema económico que tiene en el centro un ídolo que se llama dinero. Pero
Dios ha querido que en el centro del mundo estén el hombre y la mujer y que
lleven adelante el mundo con su trabajo, y no con el dinero". O como cuando proclama como en el documento “La
alegría del Evangelio” cuando se refiere a la teoría del derrame que postula
que el crecimiento en un contexto de libertad de mercado, provoca
espontáneamente mayor equidad e inclusión social: “esta opinión jamás ha
sido confirmada por los hechos y ella expresa una confianza burda e ingenua en
la bondad de quienes detectan el poder económico y los mecanismos del sistema
económico imperante” y continua aseverando: “el desequilibrio proviene de ideologías que
defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera.
De ahí que nieguen el derecho de regulación por los Estados, encargados de
velar por el bien común…., y a ello se añade una corrupción ramificada y la
evasión fiscal”. En este y otros documento hace una crítica despiadada del
neoliberalismo y de la globalización económica. Y en especial este último
documento le ha valido el tilde desde varios sectores de la sociedad de USA de
comunista.
Claro, están los que van a decir que esto es solo una
pantalla para que las cosas sigan como están, como para acallar a aquellas
críticas que se cernían sobre la iglesia en los últimos tiempos. Pero, de la misma forma estas personas
tendrían que analizar que lo que dice la máxima autoridad de la religión que
cuenta con 1.400 millones de feligreses que en mayor o menor grado la asumen
como propia, lleva también a crear conciencia sobre un enorme porcentaje de
esos feligreses. Y eso no es poca cosa, y eso es despertar conciencia, es crear
a futuro una crítica desde el punto de vista de la fe sobre un sistema
económico que maneja actualmente una gran parte de la economía mundial.
A esos que lo ven como pantalla para continuar un status quo
de las cosas, les digo que de ser así, sería una jugada demasiado arriesgada
con un alto porcentaje de probabilidad de volverse en contra.
Por lo pronto se creó conciencia, se envió también un
mensaje a los líderes económicos mundiales y esto es un gran avance pese a
quien le pese.
Por otro lado se han instalado en el seno de la comunidad
católica temas como la anticoncepción, la fertilización, el celibato, el
sacerdocio de la mujer, etc que si bien no serán seguramente temas sobre los
que se expida el Vaticano en el corto tiempo, han llegado al seno de la iglesia
con el fin de debatirlos e incorporarlos gradualmente a la agenda.
Está ahora en los fieles, así como en nuestros países; está
en el pueblo en defender lo logrado y en exigir la profundización de lo hasta
ahora alcanzado, pero no se puede negar el hecho del acercamiento a los
orígenes del cristianismo y del enfrentamiento con el establishment económico.
Sea como pantalla o sea como un acercamiento verdadero, el puntapié inicial está dado. Ahora hay que
ver como tratamos la pelota.
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